Informe de Seguimiento a la implementación de la Agenda 2030 en Venezuela La Tormenta Perfecta Julio 2020 – Versión completa

(Caracas 03 de agosto de 2020)

Este año 2020 se cumple los primeros cinco años de la Agenda 2030. La ocasión era propicia para volver la mirada atrás, al 2016, para analizar cuánto hemos avanzado en todo este tiempo. Este documento es una especie de radiografía que nos muestra el antes y el ahora del desarrollo sostenible en Venezuela. Ideal hubiese sido haber encontrado cifras o datos publicado por el Estado, pero lamentablemente no sucedió.

El Estado venezolano no rinde cuentas a los ciudadanos. El Instituto Nacional de Estadística no lleva, o al menos no están disponibles al público, los indicadores de desarrollo de los objetivos de la Agenda. El Estado tampoco presenta su propio Informe ante el FPAN que permita contrastar indicadores. De modo que los datos que mostrados en este documento provienen de los informes presentados por los organismos multilaterales, la academia, universidades y las organizaciones de la sociedad civil que hacen labores de investigación y contraloría.

Bajo el marco central de NO DEJAR A NADIE ATRÁS, este reporte organiza el recorrido en cuatro grandes bloques, que aluden a los problemas más relevantes de nuestra realidad actual. SOBREVIVENCIA (ODS 1,2,3,6 y 7); DESARROLLO (ODS 4,5,8 y 9); AMBIENTE (ODS 13 y 15); PAZ E INSTITUCIONES (ODS 16 y 17). En vista de las agudas repercusiones del no cumplimiento del Objetivo 11 en la sobrevivencia de la población lo hemos considerado una parte importante del bloque SOBREVIVENCIA, integrando bajo este paragua, los Objetivos 6, Agua Potable y Saneamiento y 7, Disponibilidad de energía.

En 2016, Venezuela no figuraba en el panorama internacional como un país en crisis. Este silencio se transforma progresivamente en evidencia y preocupación creciente a través de los reportes de la sociedad civil, pero, sobre todo, al hacerse visible la masiva presencia de sus protagonistas en los países vecinos y el mundo. Hoy, a mediados de 2020 con más de 5 millones de desplazados forzosos se ha despertado el interés sobre el “fenómeno Venezuela”. Hoy, gracias al trabajo de las OSC el mundo sabe que Venezuela vive una emergencia humanitaria compleja.

En esta EHC están afectados TODOS Y CADA UNO DE LOS 17 ODS: a juzgar por los resultados el cumplimiento de la Agenda 2030 no está entre las prioridades del gobierno de Venezuela en la actualidad. Debemos también agregar que desde que comenzaron las sanciones, inicialmente contra individuos a partir de 2014 y más tarde en el 2018 y 2019 contra empresas que negociaban con el Estado y a empresas del propio Estado, el gobierno ha conseguido una buena coartada para alegar que no cuenta con los recursos para atender los problemas sociales y económicos que afectan al país.

La cotidianidad ya afectada en todos los órdenes, se encontró de pronto con otro elemento, una pandemia (COVID-19) que acentuó las desigualdades y concretó la tormenta perfecta. La crisis se agrava sin tocar fondo. Se trata de un cambio cualitativo que nos evidencia que estamos en otro país, que hay que reinventar el futuro porque las herramientas que conocemos ya no existen y los efectos del desmantelamiento de la institucionalidad democrática, así como la manifestación de graves y masivas violaciones a los derechos, hacen que sea imposible atender la situación sin la intervención coordinada de agentes del ámbito internacional.

Las cifras nos colocan en los últimos lugares de todas las clasificaciones de crecimiento. La revisión de cada uno de los objetivos nos muestra que ya no compartimos con los otros países latinoamericanos nuestro lugar en el mundo. El futuro hipotecado se demuestra en muchos planos, entre ellos, una migración del 10% de la población que dejó una nueva estructura demográfica que no es reversible. Somos un país con más viejos y mucha menos gente que pueda contribuir a mantenerlos. (ENCOVI 2019-2020). Entre los que se fueron iba la gente formada, cuyo talento hoy necesitamos más que nunca para reconstruir el país.Los que se quedaron no podrán disfrutar de una educación que les permita superar la pobreza. La escuela ya no ofrece oportunidades y los jóvenes deben trabajar para el sustento familiar.

Una población empobrecida: 79,3% de los venezolanos no tiene para cubrir la canasta básica. Una pobreza por ingresos que llegó a 96% y un salario de 0,72USD$ promedio diario. Un sistema de salud deteriorado: con infraestructuras en mal estado, sin agua, con un déficit de 64% en la cantidad de camas disponibles por habitantes, sin medicamentos y con un personal de salud mermado por la migración. Se destruyó también la industria petrolera, manufacturera y la producción agrícola, de manera que ya no es posible alimentar la población sin recurrir a las importaciones.

En esta circunstancia catastrófica, sólo es posible hablar de desarrollo sostenible si logramos un “cambio de modelo de desarrollo alineado con la Agenda 2030, con una transición energética, conectividad digital, integración regional productiva, una economía del cuidado fortalecida y soluciones basadas en la naturaleza, siempre teniendo en mente a nuestra agenda histórica, transformadora, con visión de futuro” (Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, Julio 2020).

Si bien es cierto que la actual pugnacidad entre la coalición que actualmente detenta el poder y la oposición representada en el parlamento venezolano genera un clima de inestabilidad e incertidumbre política, un
cambio de modelo comienza por un acuerdo por la gente, se hace más que perentoria la concreción de alianzas
efectivas y el involucramiento de multiplicidad de actores dentro y fuera del país a partir del cual sea posible construir una mirada comprehensiva de la problemática nacional para ir generando iniciativas que, desde un enfoque basado en derechos, faciliten el aporte de soluciones para retomar el camino del desarrollo sostenible que definitivamente hemos abandonado.

Por ello, aunque ahora estemos dentro de la tormenta perfecta y luzca contradictorio construir narrativas de desarrollo ante el panorama desalentador que la EHC y la COVID-19 dibuja para el país y su gente, solo mediante la articulación de esfuerzos multisectoriales y transnacionales alrededor de objetivos tangibles de bienestar, será posible superar los grandes obstáculos que el presente impone y encarar los retos que el futuro representa.

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