Fernando Pereira: “Venezuela está cada vez más lejos de abolir el trabajo infantil”

En el año 2000 se declaró el 12 de junio como el Día Mundial contra el Trabajo Infantil y los países miembros de la UNO se comprometieron con unir esfuerzos para abolirlo. Casi dos décadas después, cada vez hay más niños y adolescentes que salen a las calles a conseguir algo de dinero
María Jesús Vallejo | Distrito Capital | El Pitazo

Caracas.- Gabriela y Daniela, de 10 y 13 años, trabajan en un supermercado del municipio Sucre del Distrito Capital; todos los fines de semana embolsan y cargan productos por unas propinas: en un día bueno pueden reunir 300.000 bolívares. Daniela cuenta que con eso su mamá puede comprar comida que se consigue más económica en el mercado de Petare si se paga con efectivo.

Aunque no son familia y apenas se conocen desde hace un mes, Gabriela y Daniela se apoyan, hacen las tareas juntas y se dividen las propinas.

Gabriela, con 10 años, es la mayor de tres hijas. Sus hermanas se quedan en casa mientras ella, su mamá y su papá, trabajan. Llegó a ese supermercado porque su mamá limpia y cocina en la casa de la dueña del establecimiento y le ofreció un espacio embolsando para que puede ganarse algo de dinero. Quiere ser panadera. A veces practica en su casa y, aunque no le ha ido muy bien, no se desanima.

Foto: Rayner Peña

Aseguró que come todos los días y que trabaja porque quiere y no porque lo necesita, aunque su apariencia dice otra cosa: ropa y zapatos viejos y desgastados; manchas de picaduras sobre una piel reseca y el cabello sin peinar.

A diferencia de Daniela que lleva ropa planchada y el cabello perfectamente recogido en una trenza. También insistió en que trabaja porque quiere entretenerse y aprovechar su tiempo libre.

Cuando crezca, a Gabriela le gustaría ser médico forense, por ahora, le gusta bailar. Está en primer año de bachillerato y vive con sus padres. Sus seis hermanos mayores se independizaron hace tiempo, según cuenta.

 

Sin cifras ni diagnósticos

De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas, cerca de 168 millones de menores en el mundo laboran, muchos, a tiempo completo. Gabriela y Daniela forman parte de la cifra.

En junio de 2017, el secretario ejecutivo del Consejo de Derechos Humanos Larry Devoe aseguró que en Venezuela existen avances con respecto a la protección de niños, niñas y adolescentes por lo que el país recibía el reconocimiento del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Es difícil comprobarlo: en Venezuela no hay datos oficiales desde hace casi una década. De acuerdo con el último registro del Instituto Nacional de Estadística (INE), realizado en 2010, 800.000 niños, niñas y adolescentes trabajaban, lo que representaba 5% de la población. El dato coincidía con el informe “No más trabajo infantil, una meta posible de alcanzar”, de la Unicef de 2007: 800.774 venezolanos entre 10 y 15 años laboraban a diario.

Foto: Rayner Peña

Fernando Pereira, fundador del Centro Comunitario de Aprendizaje (Cecodap), explicó que el Comité de los Derechos del Niño ha pedido, durante los último diez años, al Gobierno nacional dar prioridad a la presentación de datos.

El docente asegura que la dinámica económica venezolana que impide a los representantes de las familias mantener a todos los miembros ha obligado a muchos menores a introducirse en el campo laboral. “No se puede criminalizar a los padres por esto cuando el Estado no garantiza los derechos básicos”.

La Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente (Lopnna) establece en el artículo 5 que los padres tienen la responsabilidad de garantizar el desarrollo y la educación integral de sus hijos.

Pero, además, menciona la obligación gubernamental: “El Estado debe asegurar políticas, programas y asistencia apropiada para que la familia pueda asumir adecuadamente esta responsabilidad, y para que los padres y las madres asuman, en igualdad de condiciones, sus responsabilidades y obligaciones”.

“Venezuela está muy alejada de lograr este objetivo y contribuir con el desarrollo de los niños, niñas y adolescente”, insistió Pereira.

 Políticas públicas que quedaron en el papel

En 2008, Hugo Chávez creó la Misión Niños y Niñas del Barrio con el fin de proteger a los menores en situación de vulnerabilidad. Diez años después, las familias venezolanas notienen la capacidad de garantizar por sus propios medios la educación y la recreación a sus hijos. Según la Encuesta sobre Condiciones de Vida en Venezuela (Encovi), 87% de los hogares vive en situación de pobreza.

En el año 2012, Venezuela presentó un informe ante la Convención de los Derechos del Niño en el que se anunció la creación, por orden de Chávez, del Programa para la Dignificación de Adolescentes Trabajadores (Prodinat) que buscaba atender “al sector de adolescentes trabajadores procurando su emigración a actividades económicas dignificantes, generando acciones interinstitucionales en la lucha contra la explotación laboral que pueda afectar su salud y desarrollo integral, promoviendo su participación en la elaboración de las políticas de protección”. El proyecto no tuvo resultados tangibles.

La normalización no quiere decir que esté bien

Aunque el trabajo infantil en Venezuela se ha normalizado, está penado por las leyes; solo en casos excepcionales se pueden tramitar permisos, pero únicamente cuando se trata de empresas formales.

Foto: Rayner Peña

Los niños venezolanos, según Fernando Pereira, incurren en el trabajo de calle como la mendicidad y la buhonería, lavar carros y motos, embolsar en locales comerciales. En Caracas sucede sobre todo en zonas de los municipios Libertador y Sucre.

Si bien las tareas que realizan Gabriela y Daniela en el supermercado no son consideradas trabajos forzosos, es tiempo que podrían utilizar para la educación o la recreación, derechos establecidos en la Constitución, en la Lopnna y en varios documentos de ámbito internacional como la Declaración de los Derechos del Niño y la Convención sobre los Derechos del Niño.

El octavo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible propuestos por la ONU en 2016, como parte de la agenda 2030, busca la abolición del trabajo infantil. También es una meta para la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

De acuerdo con la ONU, el número de niños de edades comprendidas entre los 5 y los 17 años que trabajan ha disminuido de 246 millones en el año 2000 a 168 millones para el año 2012. Sin embargo, el trabajo infantil sigue siendo un problema grave. El escenario expuesto por la organización alerta sobre las condiciones de vida de muchos menores: “Más de la mitad de los niños que trabajan (85 millones de niños) llevan a cabo trabajos peligrosos y el 59% de ellos laboran en el sector agrícola.

Sin embargo, las cifras no se comportan de manera homogéneas para los niños y niñas: mientras que en el periodo de 2000 a 2012 el porcentaje de niñas que trabajaban disminuyó en 40%, el de los niños solo fue de 25%.

 

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